En el deporte profesional, hay una máxima que debería mantenerse inalterable: el objetivo es competir y ganar títulos, no vender camisetas. Sin embargo, en Estados Unidos, ese principio se está diluyendo peligrosamente. La NBA, símbolo de excelencia atlética durante décadas, ha adoptado un modelo donde el éxito comercial vale más que el deportivo. Jugadores como LeBron James, con 40 años, pueden cobrar más de 50 millones de dólares por temporada aunque su equipo no sea competitivo.
Mientras tanto, jóvenes con talento como Ben Simmons reciben salarios mínimos y deben demostrar su valía sin garantías reales. Esa desigualdad, lejos de motivar la competencia, crea un sistema de privilegios que debilita el espíritu deportivo. A diferencia de otras ligas del mundo, como el fútbol europeo, la NBA no contempla el descenso. Equipos que fracasan temporada tras temporada no solo permanecen en la liga, sino que incluso son premiados con selecciones privilegiadas en el draft.
Esta estructura favorece la mediocridad y desincentiva la excelencia. ¿De qué sirve tener una figura que genera mil millones en publicidad si su equipo no tiene opciones reales al título? Este fenómeno no es exclusivo del baloncesto. El tenis estadounidense masculino es otro ejemplo alarmante. Taylor Fritz, actual número uno del país, sigue sin ganar un solo título de Grand Slam. Es el rostro del tenis norteamericano, con contratos de patrocinio millonarios y un lugar asegurado en los torneos más prestigiosos, pero sin levantar un solo trofeo mayor.
Su permanencia en la élite no se debe a sus conquistas, sino al peso del marketing que lo rodea. Mientras tanto, jóvenes talentos sin acceso a esos círculos comerciales quedan fuera del radar, aunque tengan condiciones para brillar. Estados Unidos está perdiendo su lugar como potencia deportiva global. No por falta de talento, sino por exceso de negocio.
Se entrena para ser rentable, no para ser campeón. Se contrata por impacto mediático, no por rendimiento en la cancha. Y ese modelo, tarde o temprano, pasa factura. Es hora de replantear prioridades. El deporte no puede ser solo una máquina de dinero. Tiene que volver a ser una escuela de esfuerzo, disciplina y superación. De lo contrario, Estados Unidos seguirá ganando millones… pero perdiendo campeonatos.
Autor:
Williams Valverde
🎧🏀🎾 El negocio gana... el deporte pierde 💰📉
🗣️ Voz: Enrique M. Nieto | 🎙️ Editorial especial sobre la decadencia del deporte en EE.UU.
⚽🏀🎾 Cuando el marketing gana... los campeonatos se pierden.