Los amigos del partido del presidente del Gobierno español están en el centro de un escándalo de sobornos. No obstante, Pedro Sánchez está decidido a seguir gobernando.Cuando Pedro Sánchez compareció ante la prensa el pasado jueves, los representantes de los medios de comunicación se encontraron con un espectáculo insólito. El presidente del gobierno español parecía maltrecho, visiblemente afectado.
Pidió perdón a los españoles un total de ocho veces, habló de errores personales y de que "nunca debería haber confiado en él". Se refiere a Santos Cerdán, íntimo de Sánchez y número tres del gobernante Partido Socialista Obrero Obrero Femenino (PSOE), que había dimitido poco antes. Se dice que Cerdán ha recogido cientos de miles de euros en sobornos a lo largo de los años para la adjudicación de contratos estatales, por lo que es responsable del mayor escándalo de corrupción del gobierno de izquierdas de España hasta la fecha.
Oposición: "Jefe de la mafia" Sánchez Cerdán niega las acusaciones, habla de manipulación. A pesar de que las investigaciones son solo el comienzo, el daño ya está hecho. El líder del conservador Partido Popular (PP), Alberto Núñez Feijóo, tilda al presidente del Gobierno Sánchez de "jefe mafioso" de una organización criminal, pide su dimisión y reflexiona en voz alta sobre una moción de censura. Sin embargo, el PP y el partido populista de derechas Vox carecen de los votos necesarios en el Parlamento para ello.
Todavía no está claro cómo se comportarán los partidos pequeños restantes, que apoyaron la toma de posesión del actual gobierno minoritario de Sánchez en 2023, después de que se conozcan las acusaciones. La alianza de izquierdas Sumar quiere mantenerse en la coalición por el momento. Sin embargo, el partido populista de izquierdas Podemos, que ya es muy crítico con el PSOE, y los separatistas catalanes, que probablemente insistirán en jugosas concesiones a cambio de su apoyo, podrían ponerse feos.
Sánchez toma un curso de confrontación Sánchez ha anunciado conversaciones con ellos para esta semana. El lunes, el primer ministro, considerado un maestro de las jugadas políticas sorprendentes, volvió a comparecer ante las cámaras, y esta vez se mostró combativo: no habrá renuncia ni elecciones anticipadas, anunció. Sánchez, que ha sido declarado muerto políticamente en varias ocasiones y sin embargo lleva siete años gobernando, tampoco quiere pedir una moción de confianza.
En cambio, elogió a su gobierno como "uno de los más limpios de la historia democrática de España", y solo anunció una auditoría externa de las finanzas del partido y una reestructuración del ejecutivo del partido. Es una crisis del partido, no del gobierno, argumenta. Está decidido a continuar. Revés personal El asunto significa un amargo revés personal para él. Tanto Cerdán como su antecesor, José Luis Ábalos (ambos investigados por corrupción), eran considerados cercanos confidentes del primer ministro.
La esposa de Sánchez, su hermano y el fiscal general designado por su gobierno también están siendo investigados. El primer ministro habla de "lawfare" y de campañas de desprestigio por parte de los opositores políticos, pero su imagen de luchador contra la corrupción, con la que llegó a la cima del partido en 2018, se ha visto gravemente empañada, incluso dentro de su propio partido.
Para algunos camaradas, las medidas de reforma anunciadas no van lo suficientemente lejos, exigen un "reinicio político". Los poderosos líderes urbanos y regionales del PSOE, por su parte, temen que una debacle en las elecciones parlamentarias de 2027 se extienda a las importantísimas elecciones regionales de mayo del mismo año, y ya están haciendo campaña para que se celebren elecciones anticipadas.